Como el niño que se incomoda y se aparta ante las atenciones de un desconocido, empiezan a llegar nuevos signos de expresión que me podrán ayudar a canalizar el dolor.
Si una vez ya me ocurrió, ¿por qué no me va a poder suceder otra? las notas se abalanzan sobre mi, me incitan, quieren ser escuchadas, reclaman atención. A la vez, unas tímidas palabras se funden con ellas. Sí, es cierto y confirmo que para poder expresar algo así, tienes que sentirlo dentro. Pero, no se puede quedar ahí para siempre, necesita ver la luz, necesita cobrar protagonismo.
Finalmente sale con fuerza y garbo, tu cuerpo descansa, vacila y se pregunta, ¿Dios mio, y yo he te tenido todo eso ahí durante cuanto tiempo?
Hoy es un día especial, ya nunca caminaré sola en mi viaje, la música se ha fundido con mi piel para poder aliviarme.
Prosigamos juntos...
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